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  • Foto del escritorMarcos Ordiales García

APRENDIZAJE COOPERATIVO: MÁS VALE POCO Y BIEN QUE MUCHO Y MAL.

Posiblemente en vuestro centro o en alguna conversación entre docentes hayáis oído hablar del Aprendizaje Cooperativo. Quizás seáis fans de esta metodología o quizás no queráis ni oír hablar de ella. Y es que, el aprendizaje cooperativo, consigue esta serie de respuestas contrarias entre sus defensores y sus detractores.

Lo que está claro es que los humanos somos seres sociales y en gran medida aprendemos a través de las interacciones que tenemos con los estímulos que tenemos a nuestro alrededor, y, en gran parte, estos se producen con personas.

Aquellas personas que hayan intentado llevar este tipo de aprendizaje al aula muy probablemente se habrán encontrado con alguno de estos problemas.

Y es que el principal problema es que muchos docentes se lanzan a la aventura de este tipo de aprendizaje sin haberse tomado la molestia de formarse y diferenciarlo del trabajo por grupos o el aprendizaje colaborativo.

El Aprendizaje Cooperativo "es el uso didáctico de pequeños grupos que permite a los aprendices trabajar juntos para maximizar su propio aprendizaje y el de los demás."

Los Hnos Johnson (auténticos expertos e investigadores en este campo) señalan que el verdadero propósito de los grupos de aprendizaje cooperativos es "asegurar que todos los miembros aprendan y tengan, por tanto, un mejor rendimiento en la evaluación individual como resultado de lo aprendido en grupo".

Si tenemos en cuenta que la mayoría de las veces los trabajos en grupo en las aulas suelen derivar en llevar a la práctica una tarea sin tener en cuenta si esto fomenta o no el aprendizaje de nuestros compañeros de actividad, esto deriva en la confusión entre aprendizaje cooperativo y colaborativo.

El colaborativo da más autonomía al alumno mientras que en el cooperativo es el docente el que organiza las actividades para sacar el máximo provecho a estas y promover el aprendizaje de los alumnos mediante la interacción.

Un aprendizaje que intentará que haya una mejora en la evaluación individual final de cada uno de los participantes.

En mi opinión, es indispensable haber desarrollado unas buenas habilidades cooperativas para poder llevar a la práctica un buen trabajo colaborativo. Si no es así, el segundo se quedará en un reparto de tareas que en vez de fomentar el aprendizaje, lo que hará, será llevarnos a un reparto de tareas ( en muchas ocasiones mal distribuidas) y denostar este tipo de metodologías. Además, los alumnos necesitan para el segundo de ellos aprender una serie de habilidades como: controlar el ruido, controlar el tiempo, permanecer en el grupo, animar a sus compañeros, expresar apoyo, encauzar el trabajo del grupo si hay distracciones...

O, lo que es lo mimo, lo esencial es crear en nuestras aulas una auténtica cultura cooperativa. Una esencia que impregne nuestras sesiones y que sirva para que todos crezcan trabajando juntos y teniendo la sensación de que el grupo SIEMPRE enriquece.


Otro error suele ser tener prisa. La metodología del Ap Cooperativo lleva su tiempo y para que los alumnos y docentes vean su eficacia debemos tener paciencia. Hay que tener en cuenta que ni siquiera muchos docentes trabajan bien en cooperativo en sus claustros y esto hace que, por nuestra tradición individualista en las aulas, muchos de ellos huyan de trabajar de esta manera.


Los Hnos Johnson establecen una serie de fases que podéis ver en la dispositiva interactiva. Es muy difícil llegar al último nivel pero la base está en hace ver a cada uno de los miembros del grupo que se pueden enriquecer para su aprendizaje a través de la interacción. Al principio muchos tendrán la sensación de que el grupo les frena, pero con el paso del tiempo, si lo llevamos a la práctica de manera rigurosa, conseguiremos una mayor interdependencia positiva que hará que a cada uno de ellos les guste trabajar de esta manera y verán como el éxito dependerá del trabajo de todos.


Y es que, al final, eso es de lo que se trata; de crear unas redes de trabajo en las que haya una interdependencia entre los miembros y se procure no sólo el crecimiento en cuanto a aprendizaje, sino también el apoyo emocional entre cada uno de los alumnos.


Todas estas reflexiones e ideas parten de mi experiencia, de mi formación con los Hnos Johnson y de la lectura de muchísimas publicaciones que tratan este tema. En especial destaco las De Francisco Zariquiey y Pere Pujiolas.

Espero que os haya resultado interesante y no dudéis en llevarlo a la práctica con rigurosidad para que las aulas sean auténticos espacios de crecimiento interactivo.


Marcos Ordiales García

@ordifilosofo

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